En los primeros siglos del cristianismo, los padres de la iglesia tenían una forma de orar que les llevaba a tener experiencias de profunda comunión con Dios. (1)
Esta oración se realizaba con una sola frase, una sola invocación:
Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.
Esta frase se repetía mentalmente durante el tiempo de la meditación u oración contemplativa. Cabe anotar que la repetición de esta frase se sincronizaba con la respiración.
Al aspirar el aire el meditador decía:
Señor Jesús, Hijo de Dios...
Al expirar el aire añadía:
...ten piedad de mí.
Uno de los libros de los primeros siglos del cristianismo llamado Filocalia, refiriéndose a esta oración contemplativa dice lo siguiente: "Adecuando la oración al ritmo respiratorio, el espíritu se calma, encuentra el reposo, el espíritu se libera de la agitación del mundo exterior, abandona la multiplicidad y la dispersión, se purifica del movimiento desordenado de los pensamientos, de las imágenes, de las representaciones, de las ideas. Se interioriza y se unifica al mismo tiempo que ora con el cuerpo. En las profundidades del corazón, el espíritu y el cuerpo reencuentran su unidad original. el ser humano recobra su simplicidad.
En esa misma línea de oración, el Dr. Cesar Dávila (+1999) recomienda la meditación en el nombre de Jesús. La regla es la siguiente: (1)
- Al inspirar pronuncie la sílaba: "Je";
- Al expirar la sílaba: "Sus";
- Sincronice con la respiración este Santo Nombre por unos ocho o diez minutos.
- Pasado este tiempo, olvídese de la respiración;
- Continúe invocando este Bendito Nombre. Procure sentir la paz, la dulzura, el gozo, la bienaventuranza que contiene, saboréelo, cuando empiece a distraerse repita más a menudo el nombre de Jesús.
Respiración, Meditación y Ejercicios de Un Curso De Milagros
A partir de la Lección 41, he encontrado Lecciones en las que el criterio antes expuesto de sincronizar la respiración con una afirmación, ha sido de gran ayuda para mí y las personas que han participado en los talleres presenciales.
La Lección 41 enuncia: Dios va conmigo dondequiera que yo voy. Las instrucciones indican, entre otras cosas: "...siéntate en silencio de tres a cinco minutos con los ojos cerrados." y "No trates de pensar en nada en particular. Trata, en cambio, de experimentar la sensación de que estás sumergiéndote en tu interior, más allá de todos los pensamientos vanos del mundo."
Prueba lo siguiente:
- Al inspirar di mentalmente: "Dios va conmigo...
- Al expirar añade: ...dondequiera que yo voy"
Ahora colócate tus audífonos. En este audio, te explico como realizar la práctica (clic aquí).
Seguramente vas a sentir mucha paz y vas a poder concentrarte más y mejor. Ya dependerá de ti valorar en qué Lecciones aplicas este criterio.
Hasta la próxima entrega
Jasson Hurtado
Organizador de Talleres Un Curso de Milagros en Quito.
(1) Las Llaves de tu Reino. Autor Dr. César Augusto Dávila G (1999). Edición de Asociación Escuela de Auto-Realización

Maravilloso ejercicio, muchas gracias!
ResponderEliminar