miércoles, 26 de septiembre de 2018

Comprendiendo la Lección No. 1 de Un Curso De Milagros


Lección 1. Nada de lo que veo en esta habitación [en esta calle, desde esta
ventana, en este lugar] significa nada.


En nuestra experiencia en talleres abiertos nos ha ocurrido que eventualmente algún participante dice: 

“No puedo hacer el ejercicio, me parece ilógico”.

 También ha ocurrido que alguien diga: 

“Mmm... es posible que esos objetos que nos rodean no signifiquen nada...”

Si partimos –por lo menos- de la posibilidad de que los objetos no signifiquen nada, podemos cuestionar su existencia ya que en un Universo Perfecto no pueden existir cosas carentes de significado.

Quizá lo podamos entender con esta parábola oriental:

La tigresa y las ovejas.

Era una tigresa que estaba en muy avanzado estado de gestación. Eso no le refrenaba sus impulsos felinos de abalanzarse contra los rebaños de ovejas. Pero en una de esas ocasiones alumbró un precioso cachorro y no logró sobrevivir al parto.

El cachorrito fue recogido por las ovejas. Se hicieron cargo de él, dándole de mamar y cuidándolo con mucho cariño. El felino creció entre las ovejas, aprendió a pastar y a balar. Su balido era un poco diferente y chocante al principio, pero las ovejas se acostumbraron. Aunque era una oveja corporalmente bastante distinta a las otras, su temperamento era como el de las demás y sus compañeras y compañeros estaban muy satisfechos con la oveja-tigre. Y así fe discurriendo el tiempo. La oveja-tigre era manza y delicada.

Una mañana clara y soleada, la oveja-tigre estaba pastando con gran disfrute. Un tigre se acercó hasta el rebaño y todas las ovejas huyeron, pero la oveja-tigre, extasiada en el alimento, seguía pastando. El tigre la contempló sonriendo. Nunca había visto algo semejante. El tigre se aproximó al cachorro y, cuando éste levantó la cabeza y vio al animal, exhaló un grito de terror. Comenzó a balar desesperadamente.

– Cálmate, muchachito – le apaciguó el tigre.
– No voy a hacerte nada.
– Al fin y al cabo somos de la misma familia
– ¿De las misma familia? – replicó sorprendido el cachorro.
– Yo no soy de tu familia, ¿Qué dices?
– Soy una oveja.
– Anda, acompáñame – dijo el tigre.

El tigre-oveja le siguió. Llegaron a un lago de aguas maravillosamente tranquilas y despejadas.

– Mírate en las aguas del lago – dijo el tigre al cachorro.

El tigre-oveja se miró en las aguas. Se quedó perplejo al contemplar que no era parecido a sus hermanas las ovejas.

– Mirame a mi.
– Mírate a ti y mírame a mí.
– Yo soy un poco más grande, pero ¿no compruebas que somos iguales?
– Tú no eres una oveja, sino un tigre.

El tigre-oveja se puso a balar.

– No bales – le reprendió el tigre, y a continuación le ordenó ruge.

Pero el tigre-oveja siguió balando y en días sucesivos, aunque el tigre trató de persuadirle de que no era una oveja, siguió pastando. Pero unos días después el tigre le trajo un trozo de carne cruda y le conminó a que lo comiera. En el mismo momento en que el tigre-oveja probó la carne cruda, tuvo consciencia de su verdadera identidad, dejó el rebaño de ovejas, se marchó con el tigre y llevó la vida propia de un tigre.

Maestro: hasta que no probamos el sabor de nuestro ser interno, vivimos de espaldas a nuestra propia identidad, identificados con lo que creemos ser y no somos.

Lo que no significa nada y por ende no existe es porque no pertenece a mi naturaleza real, lo veo con los ojos de oveja.
Lo que sí tiene significado lo y por ende sí existe es porque pertenece a mi naturaleza real, lo veo con los ojos de tigre.
En un contexto más didáctico, el maestro de espiritualidad ecuatoriano César Dávila dijo que aquello que está representado por la ilusión del tigre, cuando se creía oveja, simboliza la ocupación del hombre o mujer modernos en dedicarse exclusivamente, desde que despierta hasta que se va a dormir en actividades meramente temporales.
Y en ese mismo enfoque la realidad a la despierta el tigre es aquella simboliza una visión interna, de toma de conciencia de un estado mental de silencio, de cesación de las luces mundanas, de paz de quietud.